Para el gobierno federal es inaceptable sostener que la señora Ernestina Ascencio Rosario falleció en febrero de 2007 por una “gastritis crónica”, como resumió en su momento el presidente Felipe Calderón en una entrevista con La Jornada, por lo que se reabrirá el caso hasta agotar todas las líneas de investigación, aseguró hoy Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación.
En la conferencia matutina presidencial, Encinas dijo que así se informará a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el 3 de enero,
Resaltó que de acuerdo con declaraciones de sus familiares, la indígena náhuatl, de 73 años de edad, fue “atacada por elementos del Ejército Mexicano, que incurrieron en violación y agravio a su persona”.
Precisó que “la Secretaría de Gobernación coordinará ante la CIDH estos trabajos a fin de alcanzar con los familiares de las víctimas una solución amistosa que permita atender a fondo esta denuncia, que por ejecución extrajudicial y violencia contra la mujer presentaron los familiares de la señora Ernestina Ascencio, para resolver de fondo este hecho y garantizar justicia, no repetición y la reparación integral del daño”.
Estableció que la respuesta que hace unos días dio la fiscalía estatal de Veracruz a la CIDH, con base en el informe que en su momento dio la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) –de donde se basó Calderón para hacer su declaración- “no representa la posición del Estado mexicano, las políticas en materia de protección y garantía de los derechos humanos y no representa las instrucciones que el presidente de la República nos ha dado para atender estos asuntos”.
“Por ello, una vez que hemos conversado con la Fiscalía de Veracruz, con la Secretaría de Gobierno del estado, con la intervención de la Secretaría de Relaciones Exteriores, hemos decidido que el informe sobre estos hechos que se presentará el próximo 3 de enero a la CIDH, establecerá que la Fiscalía General de Justicia de Veracruz abrirá de nueva cuenta las indagatorias hasta agotar todas las líneas de investigación, a fin de garantizar la verdad, la justicia y la reparación integral para las víctimas”.
Encinas recordó que el 25 de febrero de 2007 “la hija de la señora Ascencio observó que los borregos que su madre pastoreaba regresaban solos al paraje donde vivían. Al ir a buscarla y encontrarla tirada en el suelo le preguntó qué le había sucedido; ella respondió ´los soldados se me echaron encima, mi hija, me duele la cadera”.
Por la gravedad de sus lesiones falleció el 26 de febrero de ese año en Ciudad de Mendoza, Veracruz.
“De acuerdo al personal del hospital, se reportó que en su caso se encontró presencia de lesiones correlativas con violación vaginal y anal. Incluso que sus agresores le introdujeron vía anal un objeto punzocortante que le destrozó el riñón, el hígado y el intestino. Esta versión fue confirmada por la Procuraduría General de Justicia del estado de Veracruz de entonces”.
Sin embargo, de manera posterior, la CNDH determinó, tras exhumar el cuerpo, que “la señora Ernestina había fallecido por ´las alteraciones fisulares y viscerales consecutivas a anemia aguda por sangrado de tubo digestivo secundario a ulceras gástricas, pépticas, agudas en una persona que cursaba con una neoplasia hepática maligna un proceso neumónico en etapa de resolución, isquemia intestinal y trombosis mesenteril”.
Con información de: La Jornada