Algo no lucía bien para el guardia que inspeccionaba bolsas selladas que contenían cenizas tóxicas en el muerto de Melilla, uno de dos pequeños territorios de España en África del Norte. Así que sacó un cuchillo, abrió la bolsa y se encontró con una pierna inmóvil, confirmando su sospecha de que una persona se hallaba en su interior.
Alzó y dejó caer la pierna un par de veces, sin obtener reacción. Pasado un momento, la pierna repentinamente se replegó y un joven salió de entre las cenizas, asustado y desorientado, pero con vida.
La perturbadora imagen tomada en un video que fue difundido el lunes por la Guardia Civil española pone en evidencia los sacrificios y riesgos que toman los migrantes y solicitantes de asilo en sus intentos desesperados por llegar a Europa.
El sobreviviente se encuentra entre las 41 personas halladas ocultas entre el cargamento en la zona portuaria de Melilla el viernes, las cuales pretendían subir a un barco que los llevara por el Mar Mediterráneo hasta llegar a España continental.
Cuatro de ellas fueron detectadas ocultas en contenedores debajo de botellas y otras piezas de cristal roto destinado al reciclaje.
Rodeados por Marruecos, los diminutos enclaves españoles de Melilla y Ceuta han sido por años un objetivo para muchos migrantes africanos. Sin embargo, ambos territorios se hallan fuera del espacio Schengen de libre circulación dentro de Europa, por lo que muchos de ellos terminan varados en su intento por pisar territorio europeo.
El puerto de Melilla, donde embarcan camiones y contenedores para un viaje a España que puede tomar hasta siete horas, ofrece a muchos una oportunidad de escapar. Algunos intentan llegar al área cercada del puerto a nado u ocultos debajo de vehículos, en ocasiones saltando a ellos cuando reducen la velocidad o frenan en los accesos al puerto.
Otros más tratan de escalar las vallas y muros perimetrales, en ocasiones cayendo y sufriendo lesiones graves.
Con la ayuda de perros de rastreo y micrófonos para detectar latidos, la policía suele hallar a gente oculta entre los cargamentos, desde contenedores hasta mezcladoras de cemento. De acuerdo con la Guardia Civil, tan sólo este año ha encontrado 1.781 migrantes invadiendo el perímetro de seguridad del puerto de Melilla; el año pasado la cifra fue de 11.700.
Aún así, hallazgos como los de la semana pasada resultan desconcertantes hasta para los agentes más experimentados.
“Nunca nos acostumbramos”, afirmó Juan Antonio Martín, vocero de la Guardia Civil en Melilla.
Debido a que la frontera entre los territorios españoles en el Norte de África y Marruecos ha estado cerrada desde que inició la pandemia en marzo del año pasado, es más difícil para los migrantes ingresar. De acuerdo con el Ministerio del Interior de España, aproximadamente 1.500 personas cruzaron el año pasado a Melilla sin autorización legal, una cifra inferior a las más 5.800 registradas en 2019.
Pero quienes trataron de salir de Melilla la semana pasada estaban en el enclave de antemano, explicó Martín. No pudieron abordar un transbordador de pasajeros ni los vuelos a España continental, ya sea debido a que no contaban con documentos para viajar o porque desde un principio ingresaron a España sin autorización legal.
Sus nacionalidades no fueron dadas a conocer, pero el vocero indicó que la mayoría era de origen marroquí.