Por: Bertha Alicia Galindo |
Obesidad, la epidemia que no se detiene
Con el paso de los siglos, la humanidad ha ido enfrentando diferentes retos que han puesto en riesgo su supervivencia. Las plagas y las epidemias han diezmado a comunidades de todo el mundo en distintos momentos de la Historia. En los últimos tiempos, gracias a la medicina y la ciencia, se ha logrado ganar la batalla a algunos virus. Se han desarrollado tratamientos y vacunas que han contenido algunas enfermedades. Sin embargo, a la par del avance del conocimiento, han surgido movimientos en los cuales, por estar en contra de uso de las vacunas (el mismo Donald Trump se ha manifestado en contra) se ha cortado la continuidad en la vacunación y hay enfermedades que ya estaban casi erradicadas y han surgido de nuevo, como el sarampión.
Pero, la era moderna ha traído consigo, otros padecimientos que nos están afectando y su origen no está en virus o bacterias, son provocados por factores externos como la mala calidad del aire, la mala calidad de la alimentación, el exceso de comida o el consumo de alcohol. Son las denominadas Enfermedades no Transmisibles. En esta ocasión me voy a referir a los efectos que tiene una combinación negativa muy común: las dietas poco saludables y la inactividad física, combinación que desarrolla obesidad, la cual, en México, hasta hace poco no era reconocida como un problema de salud pública y hoy ya vivimos las consecuencias de ello.
La obesidad es un aumento en el índice de masa corporal que es un factor de riesgo para el desarrollo de otras enfermedades crónicas como la diabetes mellitus y las enfermedades cardiovasculares que son las dos principales causas de mortalidad general en México, además de otras complicaciones para la salud.
Aún con las advertencias que hay acerca de las consecuencias que tiene para la salud la obesidad, esta ha ido en aumento. En la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2012), se alertaba lo siguiente:
En las últimas tres décadas, su prevalencia ha tenido un aumento sin precedente y su velocidad de incremento ha sido una de las más altas en el ámbito mundial. No obstante, hace muy poco tiempo que este problema se ha reconocido como uno prioritario que requiere de atención y acciones intersectoriales inmediatas para una mejor prevención, diagnóstico oportuno y control en la población.
Y como una lleva a la otra, la correlación entre obesidad y diabetes tiene evidencias notables.
De acuerdo con la organización “El Poder del Consumidor”, en el sexenio de Vicente Fox murieron 361 mil 514 personas por diabetes. Con Felipe Calderón se registraron 482 mil 654 muertes, casi un 35% de aumento, lo que en total suman 843,654 decesos en 12 años.
Sin embargo, las cifras no movieron al gobierno anterior a atender este problema. Las reformas estructurales se dieron en otros sectores, en la salud, hubo continuidad.
Cuando se hizo el documental de Alcanzando el Conocimiento en TV” en 2013, la obesidad aún no había sido declarada una epidemia; sin embargo, todos los científicos y especialistas la denominaban como tal y acusaban al gobierno del ex-presidente Enrique Peña Nieto de haber sido omiso ante este problema de salud.
Una epidemia se define como enfermedad que se propaga durante algún tiempo por un país, afectando o dañando simultáneamente a gran número de personas. La obesidad ha estado presente en la población mexicana, pero, como los efectos se dieron a lo largo del tiempo, hasta nos hemos “acostumbrado” a ver a personas con obesidad.
Fue hasta noviembre de 2016 la Secretaría de Salud emitió la declaratoria de emergencia epidemiológica por diabetes mellitus y obesidad.
Aún recordamos la campaña que promovió la Secretaría de Salud de spots en radio, televisión y en medios impresos en los cuales, acompañada de una pegajosa melodía nos decían: “Chécate, mídete, muévete”, se hizo una página, la cual aún está activa: https://checatemidetemuevete.gob.mx/ en donde se daba información a los pacientes para atender la obesidad.
¿Y cuáles fueron los resultados de esta costosa campaña? ¿Qué pasó en el sexenio anterior? La FAO en su informe: El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018, dio a conocer que, en México, el número de personas mayores de 18 años con obesidad pasó de 20.5 millones en el 2012 a 24.3 millones en el 2016. La obesidad no se detuvo, al contrario, creció. En el informe de la Cuenta Pública 2015, la Auditoría Superior de la Federación reportó que en la revisión del programa “Chécate, mídete, muévete” no se encontró ningún tipo de indicador, es decir no había manera de saber en qué medida hubo cambio en los hábitos de alimentación, cuántos empezaron a hacer ejercicio y tampoco de cuántas personas fueron informadas sobre los efectos que tiene la obesidad en el desarrollo de otras enfermedades.
Si las cifras del número de personas con obesidad no son suficientes, en presupuesto representan un porcentaje cada vez mayor de lo que se destina al sector salud. En 2017 la Secretaría de Salud calculó que el costo total de la atención para la obesidad fue de 240 mil millones de pesos. Hay estimaciones que indican que esta cifra seguirá aumentando hasta alcanzar los 272 mil millones en 2023, un aumento de 13% en seis años (datos de El Poder del Consumidor). Sólo como referencia, el programa Jóvenes Construyendo el Futuro tiene asignados 40 mil millones de pesos. Otro dato más, tan sólo en 2015 la Secretaría de Salud gastó 187 millones de pesos en la promoción de la campaña “Chécate, mídete, muévete”.
Con campañas no se va a solucionar el problema de la obesidad, es la educación de los más pequeños, de los niños, lo que puede ayudar a revertir la tendencia al alza.
Pero hay otro ejemplo de campaña que no funcionó: se aprobó un impuesto a las bebidas azucaradas con el fin de instalar bebederos en las escuelas. Luego de varios meses no se supo el destino de estos recursos. Otro plan fallido en donde quedó de por medio la salud de los niños.
Sin embargo, a la par de que la obesidad ha aumentado, también ha aumentado el poder de la industria de alimentos y bebidas. Esto ha provocado que diversas iniciativas, como la del etiquetado claro y sencillo de los alimentos NO se haga una realidad. Algo que ya ocurre en otros países latinoamericanos como Perú, en donde la gente tiene información clara sobre la cantidad de azúcar, sodio y grasas que contienen los alimentos. Sobra decir que el fuerte cabildeo de la industria al gobierno no dejará que tengamos etiquetas reales.
En lo que va de la nueva administración, se le ha cuestionado al Pdte. López Obrador sobre la postura de su gobierno ante el aumento de la obesidad y la diabetes. AMLO se ha mostrado preocupado por la alimentación y la salud de los niños, pero no se ha pronunciado por ninguna acción que obligue a las empresas a cumplir con un etiquetado claro.
Es posible que esté esperando a que sea aprobada la nueva Ley General de Salud. AMLO se ha referido a que con esta ley se creará el Instituto de la Salud para el Bienestar que va a sustituir al Seguro Popular, pero también contiene modificaciones sobre el etiquetado de los alimentos.
La Ley de Salud se votará en los próximos días y no se duda de que habrá jaloneos y quien defienda los intereses de la industria. Habrá que estar al pendiente de lo que ocurra.
Sólo para terminar, un comentario: cuando hicimos el documental de AEC sobre obesidad, el científico Ranier Gutiérrez hizo esta reflexión: “La industria no se hace responsable de lo que está provocando”.
Y así es, la obesidad es factor de riesgo para desarrollar diabetes, cáncer, hipertensión. Todos los días millones de mexicanos consumen comida chatarra y bebidas azucaradas. La industria gana. Todos los días la ingesta de calorías abona en el aumento de peso de una persona. Los azúcares causan adicción, la industria sigue ganando. Con el paso de los años una persona enferma y va al sector salud para atenderse, el gobierno paga esa atención. La persona requiere un tratamiento, el gobierno paga ese tratamiento. La industria no tiene ninguna obligación de hacer nada porque siempre serán los consumidores quienes deciden qué comen o qué beben.
Al final, todos perdemos. Han sido años de mucho presupuesto y pocos resultados. En estos tiempos de cambios esta debería ser una meta del sexenio, que se revierta la tendencia al alza de la obesidad que se ha registrado en México en los últimos tres sexenios, pero para ello, se tendría que poner límites a la industria y los mexicanos deberíamos tener la información precisa de lo que vamos a adquirir de un anaquel de un supermercado, esa sí sería una verdadera transformación.