Por: Rául Rojas
Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias
En los países más desarrollados e industrializados, la ciencia se ha entendido siempre como una gran labor nacional que requiere la participación de múltiples actores. Existen grandes centros de investigación, básica y aplicada, universidades de excelencia, programas de innovación tecnológica y laboratorios privados de investigación. También la planeación y evaluación de la ciencia congrega a una pluralidad de organizaciones. En Alemania, por dar un ejemplo, existe el Ministerio de Educación e Investigación, la Comunidad Alemana de Investigación y el Servicio de Intercambio Académico. El Consejo de Ciencias agrupa a luminarias de la investigación científica que asesoran a los gobiernos estatales y al federal, con estudios muy profundos y de largo alcance. El Bundestag tiene su propia oficina de asesoría científica y cada Estado de la Federación tiene sus propias organizaciones de expertos. Además, las Academias de Ciencias tienen presupuesto propio y su opinión es muy apreciada por todos los partidos, no sólo por el partido gobernante.
En México estamos muy lejos de contar con esa pluralidad de instituciones y lo poco que tenemos va a ser destruido, aparentemente. Apenas el día de ayer CONACYT informó a través de un comunicado de prensa que el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT) no recibirá el presupuesto que necesita para seguir operando a partir del primero de agosto. Según el comunicado, el FCCyT es una asociación privada que debe buscar su propio financiamiento y por eso se les niega el presupuesto.
Se trata de un golpe artero al FCCyT cuyo único pecado ha sido el de tratar de estimular la participación de los científicos mexicanos en la discusión acerca de una nueva Ley de Ciencia y Tecnología. Recordemos que en enero se presentó una propuesta de ley a través de la Senadora Ana Lilia Rivera, misma que generó un rechazo en la comunidad científica nacional tan universal, que al final de cuentas la iniciativa quedó “huérfana”. ¡Nadie, ni la Senadora, aceptaba haber redactado la ley! Es el primer caso que yo conozca de una ley que llega a un parlamento y no se sabe quien la escribió, ya que los autores se refugian en el anonimato.
La propuesta de ley de enero ya contemplaba la desaparición del FCCyT. Se trataba de concentrar el poder, por así decirlo, en pocas manos, y cualquier organización fuera del control directo se convierte en anatema. Es el caso también de las Academias de Ciencias, que tradicionalmente habían recibido un presupuesto anual pero que ahora deberían financiarse de sus cuotas, “como en otros países”. Pero en esos otros países, Gran Bretaña, Francia, Alemania, España, etc., las Academias de Ciencias no viven de las cuotas de sus miembros, sino de presupuestos de gran envergadura por la importancia que justamente se les da.
El FCCyT es un organismo cuya creación y permanencia está estipulada en la Ley de Ciencia y Tecnología vigente, en el artículo 37. El FCCyT debe analizar y difundir nuevas ideas en el área de ciencia y tecnología. El FCCyT es el think-tank oficial del sector público para estar siempre cuestionando y analizando lo que deberíamos hacer como país, en el futuro, en el área científica. El FCCyT tiene siempre sus miras puestas en el horizonte, en lo que viene, y en las grandes tareas nacionales que debemos acometer en el campo de la ciencia. No hay ningún otro organismo público con ese encargo estratégico tan preciso.
Desgraciadamente el articulo 38 estipula que el presupuesto del Foro se dará a través de CONACYT. Y digo desgraciadamente, porque seguramente a los creadores de la ley nunca se les ocurrió que alguna vez se argumentaría que el FCCyT es un organismo privado que no debe recibir presupuesto. Hubiera sido mas transparente otorgarle al FCCyT su propio financiamiento sin que este pasara por otro organismo. Habrá que corregir ese error en la próxima ley de ciencia y tecnología.
Lo más importante por ahora es evitar que se haga desaparecer al FCCyT. El golpe que se les quiere dar, negándoles el presupuesto, es artero. A ningún organismo se le avisa un día antes de que se quede sin financiamiento que éste no va a llegar. A los trabajadores afectados no se les niega el pago de su nómina con un día de anticipación. El golpe va además envuelto en una acusación previa prácticamente de malversación del presupuesto de los últimos años. Como siempre, se insinúan cosas sin hacer acusaciones concretas, que de esa manera no se pueden rebatir. Con calumnias no se deben dirimir desacuerdos políticos.
El golpe es además ilegal. Es una violación grave de la Ley de Ciencia y Tecnología vigente que no le pone ningún censor o vigilante al FCCyT. Desgraciadamente, en la última mañanera en Palacio Nacional ya casi se dio por desaparecido al FCCyT. El gobierno actual “no necesita asesores”, se dice. Así como no necesita economistas dirigiendo la economía, ya que es lo mismo que encargarle “la paz a los militares”. Me cuesta mucho trabajo imaginar al presidente de Francia diciendo que el gobierno no necesita asesoría en materia científica o que hay que reducirla.
La sociedad mexicana, sin embargo, sí que necesita a un organismo cuya función de reflexión sobre el futuro de la ciencia está plasmada en una ley. El artículo 37 es visionario, ya que establece que hacer ciencia quiere decir actuar en conjunto en un sistema plural. El mandato al FCCyT es analizar, estudiar y proponer para “impulsar la investigación científica y el desarrollo y la innovación tecnológica del país”. En el pasado, el FCCyT ha realizado muchos estudios que han servido para orientar a los legisladores mexicanos. La comunidad científica también necesita al FCCyT como un organismo que ha fomentado la discusión y la coordinación de todos sus integrantes para mejorar el ejercicio de la ciencia en México.
México necesita al FCCyT y necesita que se respete la ley. La creación de organismos como la Comisión de Derechos Humanos, el CONEVAL o el INEGI ha sido el resultado de décadas de lucha y protesta social en México, no son caprichos de algún legislador. ¿Por qué esa obsesión por destruir todos los organismos independientes? ¿Qué se gana haciéndolos desaparecer?
Destruir al FCCyT significa empobrecer a la ciencia en México, significa arruinar la discusión de nuestras metas científicas como país en desarrollo, significa ponerse por encima de la ley.