El tacto tiene profundos beneficios para los seres humanos. Pero en las últimas décadas, las personas se han vuelto cada vez más cautelosas acerca de tocar socialmente a los demás por una variedad de razones. Con la propagación del nuevo coronavirus, esto empeorará. La gente ya ha comenzado a evitar darse la mano. Hasta la reina británica fue vista usando guantes como precaución para no contraer el virus.
El coronavirus podría muy bien tener implicaciones a largo plazo para la forma en que somos prácticos, reforzando las percepciones ya existentes de que el contacto debe evitarse.
¿Por qué es tan importante el tacto? Nos ayuda a compartir cómo nos sentimos acerca de los demás, mejorando nuestra comunicación verbal. Un toque en el brazo al consolar a alguien, por ejemplo, es a menudo lo que demuestra que realmente nos importa.
Las personas se benefician del contacto físico a lo largo de su vida útil, y existe una gran cantidad de evidencia que demuestra que tiene la capacidad de afectar tanto el bienestar a corto como a largo plazo. Para los bebés, incluso es crucial para el desarrollo saludable del cerebro.
El impacto emocional del toque social está arraigado en nuestra biología. Existe evidencia de que desencadena la liberación de oxitocina, una hormona que disminuye las respuestas al estrés. De hecho, se ha demostrado que el tacto amortigua los niveles de estrés en humanos.
Sabemos que un simple toque de una enfermera antes de la cirugía puede reducir los niveles de estrés en los pacientes. También puede reducir los sentimientos de exclusión social e incluso aumentar la ingesta de alimentos entre las personas mayores que viven en un hogar de ancianos. Entonces, dado lo esencial que es el toque social para el bienestar de las personas, es importante asegurarse de que sea parte de la vida cotidiana.
Disminución en el contacto social
Las últimas décadas han visto una disminución en el contacto social. En parte, esto se debe al hecho de que estamos viviendo en un mundo socialmente desconectado y centrado en la tecnología, donde las personas tienen más probabilidades de comunicarse virtualmente en lugar de reunirse en persona. Esto significa que nos estamos tocando mucho menos que antes.
Pero la disminución en el contacto se debe principalmente al temor de que pueda resultar en una acusación de contacto inapropiado. Tal temor ha sido moldeado por la sociedad ya que las personas frecuentemente escuchan historias de comportamiento inapropiado. Por lo tanto, las personas prefieren resistirse a tocar a los demás que arriesgarse a que un toque social sea mal interpretado. El mensaje es simple: evite abrazar a un compañero de trabajo que está molesto y no le dé palmaditas en la espalda a alguien por un trabajo bien hecho.
Al mismo tiempo, el miedo a las acusaciones de abuso infantil ha sido desproporcionado en relación con el número de sucesos reales. Esto ha visto a profesionales desarrollar un pensamiento distorsionado. Los maestros a menudo evitan estar solos con los niños y no tocan a los alumnos de forma natural y afectuosa.
El impacto del coronavirus
Con el nuevo coronavirus, las personas tienen otra razón para tener miedo de tocar a los demás, ya que significa acercarse a las personas que podrían ser portadoras. Si bien debemos tener cuidado al tocar durante este brote grave, tenemos que hacer un esfuerzo para no dejar que se salga de control. Después de todo, muchas personas sufren de altos niveles de ansiedad por el virus, y el tacto es una forma de reducirlo.
Cuanto más se prolongue, más probable será que se forme una asociación entre el contacto social y una sensación de negatividad. Eventualmente, las personas pueden olvidarse por completo del virus, pero aún desconfían del contacto social sin saber por qué. Esto se debe a que las asociaciones negativas a menudo crean recuerdos más fácilmente disponibles para las personas que las asociaciones positivas.
Por lo tanto, aunque no es aconsejable seguir tocando a las personas como de costumbre durante el brote, especialmente a las personas que son mayores o que tienen afecciones de salud subyacentes, el contacto físico con los seres queridos puede continuar, siempre que tomemos precauciones y nos lavemos las manos.
En términos más generales, la clave es tener en cuenta que los eventos negativos de la vida, como esta epidemia, podrían afectar el contacto social a largo plazo de manera indeseable. Llevar esto a la vanguardia de nuestras mentes puede contrarrestar lo que de otro modo generaría recuerdos negativos sobre el tacto.
Una vez que termine el brote, un desafío vital será restablecer nuestro pensamiento sobre el tacto, teniendo en cuenta su importancia. Después de todo, un abrazo puede ser justo lo que necesitamos para salir de la experiencia traumática del coronavirus.
Con información de: PsyPost