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Tras 30 años de prohibición, Japón reanuda la caza comercial de ballenas

Tras treinta años de interrupción, Japón retomó oficialmente este lunes 1 de julio la caza comercial de ballenas. Un anuncio con tintes de nacionalismo más que con interés económico porque los japoneses ya casi no consumen carne de ballena.

Japón ya no tendrá que esconderse. Hasta ahora, usaba el pretexto de “fines científicos” para cazar de ballenas, mientras se sabía que esos cetáceos terminaban en puestos de vendedores.

El 26 de diciembre, Japón anunció su retiro de Comisión Ballenera Internacional (CBI) y se terminó por lo tanto con la suspensión que llevaba tres décadas vigente. Desde 1986, la caza comercial de ballenas había sido prohibida, excepto en tres países, Noruega, Islandia y, ahora, Japón. Tokio reanuda este 1 de julio la caza comercial de ballenas.

Japón había iniciado sus “misiones de investigación” científicas a la Antártida y el Pacífico nororiental desde hace 32 y 28 años, respectivamente. Pero durante estos años, la nación nipona ha sido constantemente criticada por los defensores de las ballenas debido a sus métodos considerados crueles, ya que existen métodos no letales para realizar las investigaciones, dicen los detractores.

Según GreenPeace, observador de la Comisión Ballenera Internacional, entre 1997 y 2017, Japón capturó unas 10.000 ballenas. Cuando Tokio anunció su retiro de la CBI, suscitó feroces críticas por parte de gobiernos y organizaciones de bienestar animal.

Hace poco más de un año, durante su expedición anual a la Antártida, los pescadores japoneses mataron 333 ballenas Minke, incluidas 122 embarazadas.

¿Una tradición?

En Japón, la caza de ballenas se defiende como una tradición a preservar. Las primeras cazas se remontan al siglo XII, sin embargo, la carne del cetáceo llegó a los platos de los japoneses sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, ya que, durante la hambruna, la ballena era la única importante fuente de proteínas (entre 1947 y 1949, representó el 45% de la carne consumida).

Hoy en día, el sector de la caza de ballenas representa solo 300 empleos directos en Japón. Y hasta la fecha, la captura anual es de 5.000 toneladas, es decir unos 40 a 50 gramos de carne de ballena por habitante, solo el 0.1% del consumo total de carne, según datos del Gobierno.

Por otro lado, ya casi no hay restaurantes de ballenas en Japón, y aquellos que todavía lo ponen en el menú lo importan a menudo de Islandia o Noruega.

Sin embargo, según una encuesta de 2004 realizada por el diario japonés Asahi Shimbun, el 60% de los japoneses apoya la caza de ballenas.

Y si Japón está tan apegado a su industria ballenera como elemento cultural del país, parece que se debe en gran parte al orgullo nacional. “Creo que, en cierto modo, es una cuestión de honor ” , dijo el historiador Jean-Marie Bouissou a France 24.

Buenas noticias a pesar de todo

Pese a todo, sobra optimismo para algunos: “Era una fantasía y ahora la fantasía se está realizando”, señala a la AFP Patrick Ramage, director del programa de conservación marina del Fondo Internacional para bienestar animal (Ifaw). “Japón está deteniendo la caza de ballenas en alta mar, aún no es un fin definitivo, pero es un gran paso.”

Un hecho que se debe a que la caza comercial de ballenas, apoyada por el primer ministro Shinzo Abe (oriundo de una región ballenera), estará restringida a la zona económica exclusiva de Japón. Hasta ahora, utilizando argumentos científicos, los balleneros japoneses eran los depredadores de cetáceos más grandes del mundo y los únicos que los perseguían a su santuario en el Océano Austral. En diciembre de 2018, la ONG Sea Shepherd afirmó estar “encantada de ver el fin de la caza en el Santuario de Ballenas de la Antártida“.

En Islandia, un primer avance en 17 años

Otro anuncio positivo: en Islandia, por primera vez desde 2002, las ballenas no serán arponeadas este verano, ya que las dos compañías especializadas decidieron renunciar a la temporada 2019. Esta decisión sin precedentes es el resultado de la extensión de una zona costera prohibida a la pesca: para cazar la ballena, habría que ir más lejos y gastar más dinero.

Además, este anuncio también se debe a la falta de tiempo para preparar la flota: los permisos de caza expedidos por el Ministerio de Pesca y Agricultura de Islandia, luego del establecimiento de nuevas cuotas a fines de febrero, llegaron demasiado tarde.

Ahora, falta solamente que Noruega haga lo mismo.

Con información de: France 24

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By  Alcanzando el Conocimiento

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