La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) autorizó el proyecto del Aeropuerto Internacional de Santa Lucía condicionado, con una vigencia de 33 años para la preparación del sitio y la construcción, y por 50 años para la operación de la terminal.
La dependencia establece 16 condicionantes, entre ellas obtener un seguro de riesgo ambiental, para conservar la biodiversidad de la zona, presentar al inicio de cada actividad programas de rescate y reubicación de flora y manejo de vida silvestre.
También elaborar un programa de restauración ambiental con un plan de reforestación y manejo de suelo, realizar un plan de monitoreo anual de aves, ayudar al saneamiento de la Laguna de Zumpango con el fin de eliminar contaminantes, hacer monitoreo y seguimiento de calidad del aire durante las distintas fases del proyecto.
A pesar de la autorización, el gobierno federal deberá terminar de atender los amparos que detienen legalmente el inicio de la construcción, lo cual podría ocurrir en las siguientes dos semanas.
En la resolución ambiental, se destaca la importante de “considerar que el área donde se pretende realizar el proyecto ya existe un aeropuerto que se encuentra en operación y que las comunidades que ahí se encuentran han convivido armónicamente con la Base Militar desde su creación; por lo que no habrá afectaciones directas a las munidades aledañas al proyecto”.
La dependencia evaluó en 60 días hábiles la Manifestación de Impacto Ambiental del aeropuerto, el tiempo legal mínimo para realizar este procedimiento.La Semarnat indica que construir un aeropuerto donde por siete décadas operó la base aérea implica un menor impacto ambiental y el área de interconexión está totalmente urbanizada por lo que no se prevé impactos ambientales relevantes.
Señala que el Sistema Ambiental Regional del sitio del proyecto abarca Atenco, Ecatepec de Morelos, Nezahualcóyotl, Texcoco, Nextlalpan, Tultitlán, Tecámac, Tultepec, Zumpango y Jaltenco, en el Estado de México. La zona está 83 por ciento impactada por las áreas urbanas, zonas agrícolas y sin vegetación.
Reconoce que las aves son las que tienen más posibilidades de afectación, ya que especies migratorias llegan a los cuerpos de agua superficiales y refiere que los acuíferos están sobreexplotados y contaminados por las descargas de aguas negras.
Entre los impactos ambientales que observa el proyecto está la alteración de la calidad y disminución del volumen de agua, la modificación del hábitat, y la alteración de los niveles que establece la norma sobre el ruido y calidad del aire.
El documento completo puede consultarse en aquí.
Con información de: La Jornada Y El Economista