Médicos Internos de Pregrado, que laboran en el Hospital General de Ecatepec, denunciaron que Jorge Alejandro López Rivas, estudiante de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM y quien realizaba su internado en el Hospital General de Ecatepec murió contagiado por el virus. Señalaron a través de un comunicado que se informó a las autoridades del hospital e hicieron caso omiso de su condición de salud.
En el documento difundido a través de las redes sociales se explica que Jorge Alejandro López Rivas, al igual que muchos otros médicos en el hospital, estuvo expuesto al virus, ya que en el lugar no se cuenta con las suficientes medidas de protección para el personal de salud que atiende la pandemia y por orden de sus superiores:
“Durante la rotación en el servicio de urgencias, en diversas ocasiones entró a reanimar y tomar muestras de pacientes sospechosos de SARS-COV2, por indicación de un superior en turno sin contar con el equipo mínimo indispensable (guantes, cubrebocas, bata, etc.)”.
Murió un interno de COVID en Ecatepec. Leer esta historia de terror es triste e indignante. Espero que los responsables del hospital paguen por su negligencia. pic.twitter.com/tsP430sma8
— Marco Tapia Maltos (@marcvs_avrelivs) January 7, 2021
Sus compañeros indicaron que el médico Jorge Alejandro López Rivas inició con síntomas de COVID-19 el 12 de diciembre de 2020, que notificó a su superior de que se sentía mal, pero este lo ignoró y lo obligó a continuar con sus guardias habituales.
Tres días después, los síntomas aumentaron, se le hizo un diagnóstico en el mismo hospital en donde, asegura el documento, se le detectaron varías complicaciones:
“Aun presentando la siguiente sintomatología: cefalea, mialgias, artralgias, anosmia, ageusia, sin presentar fiebre en el momento por previa medicación siendo esto informado al médico encargado del servicio, quien a pesar de ello indicó que se quedara a guardia, pues ‘NO SE VEÍA TAN MAL’”.
Ese mismo día, 15 de diciembre, las autoridades del hospital, al ver que la salud de Jorge Alejandro López Rivas empeoraba, le ordenaron hacerse una prueba PCR para poder validarle una incapacidad, de lo contrario si se ausentaba se le contaría como incumplimiento a su labor.
Jorge Alejandro López Rivas se hizo la prueba, pero los resultados demoraron demasiado y en el Hospital General de Ecatepec cada día que se ausentó se lo contaron como una falta y le pedían el modo de ‘trasladarse a la unidad para ser valorado’.
Finalmente, el 4 de enero volvió al hospital con un cuadro de COVID-19 avanzado. Ahí se desvaneció y sus compañeros trataron de reanimarlo sin éxito:
“El 4 de enero del 2021, López Rivas acude aproximadamente a las 17:00 horas, traído por familiares por encontrarse grave, saturando aún con oxígeno suplementario a 10 litros no más del 65%. Entra a sala de choque donde es reanimado por cuarenta minutos por médicos de guardia de urgencias, médicos residentes de cirugía general y un médico residente de medicina”.
ISEM asegura que no laboraba en área Covid-19
Por otra parte el Instituto de Salud del Estado de México (ISEM), a través de un comunicado, detalla que “en relación al lamentable fallecimiento de un médico interno de pregrado, adscrito al hospital “Dr. José María Rodríguez”, se informa que no laboraba en área Covid-19, sus funciones no estaban dentro de los protocolos a pacientes infectados por el SARS-CoV-2. Los alumnos tienen restricción en maniobras de reanimación cardio pulmonar, no están expuestos a aerosoles de pacientes”.
El 15 de diciembre, el médico recibió un diagnóstico que incluyó placa de tórax, saturación por pulsioximetría, exploración física, sin detección de COVID-19 al momento. Sin embargo, se realizó prueba PCR, que resultó negativa.
Posteriormente, el 4 de enero de 2021 fue llevado a dicho nosocomio, bajo condiciones de deterioro avanzado, saturando cerca de 60 por ciento; se le realizaron maniobras de reanimación en sala de choque y falleció a las 17:40 horas, informando debidamente a sus familiares.
Se detalla que las guardias para médicos internos de pregrado no tienen duración mayor a 24 horas y están considerados en la primera fase de vacunación contra COVID-19.
