Mercedes Barcha Pardo, la viuda del escritor colombiano Gabriel Garcia Márquez, murió este sábado a los 87 años de edad.
“Con mucha tristeza me entero de la muerte de Mercedes Barcha, mujer tenaz y generosa. Cómplice indiscutible de Gabo, madre de Rodrigo y Gonzalo. Nuestro más sentido pésame, vuelan mariposas amarillas”, escribió en Twitter Alejandra Frausto, secretaria de Cultura:
Con mucha tristeza me entero de la muerte de Mercedes Barcha, mujer tenaz y generosa. Cómplice indiscutible de Gabo, madre de Rodrigo y Gonzalo. Nuestro más sentido pésame, vuelan mariposas amarillas. pic.twitter.com/38chZB0BLQ
— Alejandra Frausto (@alefrausto) August 15, 2020
Barcha nació en noviembre de 1932 -y creció- en Magangué, en el norte de Colombia, en una familia de ascendencia egipcia. Era la mayor de seis hermanos y su padre, Demetrio Barcha, tenía una farmacia.
Gabo y ella se conocieron en 1941, cuando ella tenía 9 años y él, 13, en Sucre, un pueblo del Caribe colombiano al que sus familias iban de vacaciones.
Se casaron en marzo de 1958 en Barranquilla y tuvieron dos hijos, Rodrigo y Gonzalo.
La pareja se mantuvo casada durante 56 años, hasta la muerte de García Márquez, en 2014 en México.
Compañera incondicional
“Incondicional y silenciosa, ella se mantuvo siempre al lado del escritor, viviendo con él todas las aventuras del oficio literario”, dijo la Fundación Gabo en un comunicado difundido este sábado, ante la noticia de su muerte.
Muchos seguidores del autor recordarán a Barcha por el rol clave que jugó en el periodo que García Márquez, premio Nobel de Literatura en 1982, se dedicó a escribir “Cien años de soledad”.
La “Gaba”, como llamaban cariñosamente algunos a Barcha, se encargó de trabajar para mantener el hogar y resolver todos los problemas económicos del día a día durante los 18 meses que le tomó a Gabo terminar la obra.
Según contaba Gabo, en septiembre de 1966, al terminar la novela, él y Barcha fueron a la oficina de correos más cercana de su casa en Ciudad de México para enviar a la editorial Sudamericana, en Buenos Aires, el voluminoso manuscrito de casi 500 páginas.
Al pesar el manuscrito en el correo, la pareja descubrió que sólo tenían dinero suficiente para enviar la mitad. Recontaron los billetes y las monedas, volvieron a pesar las hojas. Pagaron. Y sólo se fue la mitad.
Al regresar a su casa, empeñaron los únicos electrodomésticos que les quedaban -el secador, el calentador y la batidora- y volvieron para enviar el resto.
Al salir de nuevo -según recordaría múltiples veces Gabo- Barcha descargaría en una frase todo el peso que llevaba 18 meses acumulándose en su corazón: “Lo único que falta ahora es que la novela sea mala”.
Aunque es posible que García Márquez haya fabulado la anécdota para hacerla más atractiva, afortunadamente, la novela fue un éxito inmediato en cuanto fue publicada en 1967.
El escritor reconoció en varias entrevistas la relevancia de su esposa no solo para escribir “Cien años de soledad”, sino en toda su vida literaria.
“Mi signo es Piscis y mi mujer, mi esposa, es Mercedes. Estas son las dos cosas más importantes que han sucedido en mi vida, porque gracias a ellas, por lo menos hasta el momento, he conseguido sobrevivir escribiendo”, dijo García Márquez a la revista argentina Crisis, en 1973, según el comunicado de la Fundación Gabo.
Con información de BBC