Por: Bertha Alicia Galindo
Esta semana hubo un hecho trascendente en la política educativa de México que en mi opinión no ha recibido la atención necesaria y es que ocurrió al día siguiente de las declaraciones del Ismael “El Mayo Zambada”, quien fuera junto con Joaquín “El Chapo” Guzmán uno de los líderes del Cartel de Sinaloa.
Desde que “El Mayo” reconoció en un Tribunal de Nueva York que durante 45 años corrompió a policías, mandos militares y políticos de todos los niveles, la opinión pública ha estado enfocada en suponer quiénes recibieron esos sobornos. El crimen organizado no hubiera florecido de no ser por la complicidad de quienes ocupan cargos públicos, eso es innegable. Esta colusión siempre se ha encubierto, pero que de conocerse los nombres abonarían positivamente en la transparencia y rendición de cuentas, eso sí, con un gran costo político. Pero conocer esa información no depende de México, sino de Estados Unidos y se ve difícil que la compartan. Que la van a usar, sin duda, tomando como referencia la “política gansteril” de Donald Trump, así que habrá que estar pendiente de una futura sorpresa del mandatario estadounidense para nuestro país.
Estoy escribiendo estas líneas al día siguiente del zafarrancho protagonizado por Alejandro Moreno y Gerardo Fernández Noroña. Otro tema en donde dos personajes políticos están ocupando los titulares y no por una ley novedosa o progresista o por una votación unánime. Nada de eso. Ocupan la agenda mediática por los golpes y empujones en tribuna. Lamentable evento que hoy está ocupando toda a la atención en redes y en los medios.
Pero hay un tema que no debe pasar de noche, el cambio en el proceso de ingreso a la Educación Media Superior en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) y el nacimiento del Bachillerato Nacional.
El primero es de impacto porque las y los estudiantes de bachillerato en la ZMVM ya no tendrán que pelear por un lugar para continuar sus estudios. Se terminó el examen Comipems, el examen de la llamada Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Superior (eliminado el 03 de febrero) en la zona del Valle de México que se instauró en respuesta a quienes demandaban tener oportunidad de estudiar el bachillerato del sistema UNAM o Politécnico y con ello asegurar el pase directo a la UNAM o al IPN. Una “solución” que dio luz a un montón de negocios y manejos turbios de la educación media superior que beneficiaron a muchos durante décadas, hasta hace unos meses.

Desde la campaña, la entonces candidata, la doctora Claudia Sheinbaum prometió devolverles la dignidad y la autoestima a todas y todos los aspirantes a la preparatoria que no alcanzaban el puntaje para el Poli o la UNAM y que tampoco eran aceptados en los demás sistemas por un método de selección que surgió en respuesta a un movimiento de alumnos rechazados en 1995 que evidenciaron que la educación media superior era el sistema más desatendido. No olvidemos que acababa de ocurrir el “error de diciembre” que llevó a muchos estudiantes a migrar de las escuelas privadas a las públicas. Una coyuntura a la que se sumó el crecimiento demográfico y la alta demanda para las escuelas del IPN o la UNAM.
El movimiento de rechazados no ocurrió en un solo año, la demanda de un espacio para poder continuar los estudios se convirtió en algo recurrente por varios años.

Aunque surgieron alternativas educativas por parte del sector público como el Conalep, los CBTis, que ofrecieron carreras técnicas con un certificado que permitía al egresado poder acceder al mercado laboral. A la par, también florecieron decenas de escuelas privadas que surgieron para atender “la demanda” de quienes querían continuar con una carrera universitaria.
El drama de las y los rechazados a la prepa tenía más de 30 años, desde 1996 que se creó el Comipems y cada año miles de jóvenes se quedaban fuera de la UNAM, del Poli y de otros 33 sistemas de preparatoria existentes. En total eran 33 subsistemas. Cada año, en promedio lograban entrar sólo 1 de 4 estudiantes. Estableciendo una competencia feroz que en muchos de los casos hizo que nacieran muchas escuelas preparatorias privadas y en muchos otros casos en donde no había recursos para pagar escuela privada las y los jóvenes cortaban sus estudios para siempre optando por un empleo.

El Comipens que se creó en 1996 para el año 2 mil ya era masivo porque cada año, más de 300 mil jóvenes aplicaban el examen y de ahí quedaban miles de rechazados. En 2010 comenzaron a crecer las protestas de madres, padres de familia y alumnos rechazados. Ya para 2015, el número de rechazados iba en aumento y así hasta el año pasado. Una bomba de tiempo.
Aunque el examen COMIPEMS daba opciones para marcar una preferencia de escuela, el puntaje era el que determinaba el plantel. Sobra decir que la mayoría escogía planteles del Poli o la UNAM, en donde se aceptaron políticas que iban hacia el desmantelamiento de la educación pública con la reducción de la matrícula, que dieron como resultado exclusión de miles de jóvenes.

Mencionaré como ejemplo lo que reporta Maritza Parada en su tesis de licenciatura de la Universidad Pedagógica Nacional titulada “Implicaciones de la estrategia gubernamental para el ingreso a la Educación Media Superior en la Ciudad de México y Zona Metropolitana”:
La cronología del movimiento de estudiantes rechazados de 1995 (agosto-octubre) se desarrolló así:
En mayo presentaron su examen para ingresar a la UNAM 72,500 aspirantes a licenciatura y 152,000 a bachillerato. Fueron aceptados 7,000 aspirantes a licenciatura y 40 mil a bachillerato, más del 70% fue rechazado”.
En ese año los estudiantes tomaron la torre de Rectoría. Hubo un acuerdo para solucionar este conflicto y en 1996 se anunció el concurso de ingreso del COMIPEMS, un examen cuya metodología dio paso ya no a los rechazados, porque había un lugar para estudiar, sino a inconformes con el plantel asignado, porque la escuela quedaba muy lejos de sus hogares. En respuesta se propusieron permutas y becas. A lo largo del tiempo el examen resultó se poco eficiente.
A nivel nacional la situación no era muy halagadora, en el Informe de Investigación titulado: El Abandono Escolar en la Educación Media Superior de Eduardo Weiss para el Instituto Belisario Domínguez, se menciona lo siguiente:
“…hay que mejorar la transición entre secundaria y media superior, si bien la absorción de los egresados ya llega a más del 90% y las pérdidas se centran en ciertas localidades y sectores poblacionales. También en la educación media superior sólo 60% de los que ingresan a primer semestre llegan a egresar. La deserción es particularmente alta durante el primer año. La tasa de eficiencia terminal se ubicó en 61.3 % en 2011-2012. La deserción anual ha descendido de un 20% en 1996-1997 a 15% en 2011-2012, pero aún se ubica por encima del 17.5 % en los estados de Yucatán, Coahuila, Morelos, Nuevo León y Chihuahua, y en el Distrito Federal llega a 20.5%”.
Me he permitido agregar estas referencias no solo para mostrar cifras, sino para evidenciar que desde la academia hubo muchos estudios y tesis que señalaron la problemática que había en el nivel medio superior y todo ese conocimiento se hizo a un lado. Ahora hay cambio de rumbo.
La Estrategia de crear El Bachillerato Nacional y la plataforma Mi Derecho Mi lugar fue implementada apenas en este primer año de gobierno y ya rindió sus primeros frutos. Comenzó por la firma en Palacio Nacional con una Reforma Constitucional.
Luego de una convocatoria que se lanzó en el mes de marzo para que todas y todos los estudiantes pudieran cursar la prepa en este siglo escolar bajo 3 modalidades: Modalidad 1 Acceso directo sin examen. Modalidad 2 Examen para las y los interesados en las prepas de la UNAM y del IPN. Modalidad 3 La combinación de la 1 y 2 para que las y los estudiantes que no quedaron ni en el Poli ni en la UNAM, tuvieran asegurado un lugar. Fueron más de 270 mil estudiantes los que participaron y ahora se privilegió que los estudiantes estudien cerca de su domicilio, lo que asegura su permanencia en los estudios.
Este nuevo modelo ha puesto a la Educación Media Superior en un lugar prioritario. En una adecuada continuación de la secundaria que fortalezca las bases de la educación básica y forme para las vocaciones universitarias.
Este martes en el icónico anfiteatro Simón Bolívar la presidenta Claudia Sheinbaum celebró el inicio del Bachillerato Nacional con esta nueva estrategia para que más jóvenes estudian la prepa, un cambio histórico en los últimos 50 años. Hoy, esos 32 subsistemas de preparatoria son uno sólo: El Bachillerato Nacional. Con esta estrategia, se puso fin a los “rechazados” y a la fragmentación del bachillerato en México que generó desigualdad y exclusión.

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