Entropía

¿Hacia una democratización de la ciencia?

Por: Bertha Alicia Galindo

Dentro de su plan de gobierno la presidenta Claudia Sheinbaum ha planteado un objetivo: hacer de México una potencia científica.

¿Alguien se opuso a esa meta? Me parece que no. Porque desde hace varios años diversos sectores a los que sumo la iniciativa periodística Alcanzando el Conocimiento, hemos señalado la necesidad de aprovechar los conocimientos científicos que se producen en nuestro país para resolver los problemas nacionales sumado a la urgencia de darle a la ciencia un espacio en las más altas esferas de decisión junto con una política de Estado en ciencia, tecnología e innovación de largo plazo que termine con el círculo vicioso de escribir las políticas públicas en este sector cada seis años, pero no sólo eso, sino que la ciencia mexicana no fructifique para tener un mejor país.

Cómo no ver con buenos ojos que Claudia Sheinbaum, como candidata tenía claro ese objetivo y que por esa razón una de sus primeras acciones como presidenta fue crear la Secretaría de Ciencia Humanidades, Tecnología e Innovación, la SECIHTI, por fin, la ciencia al tú por tú con otras dependencias, un anhelo de hace años, hecho realidad en 2024.

Es este espacio que retomo el día de hoy, iremos conversando sobre estas problemáticas y también sobre sus alternativas de solución, así como la reflexión y el análisis de muchos otros temas relacionados a la política científica y sus coyunturas. También en este espacio, retomaré los temas de los que hablamos en el programa semanal Las noticias en Alcanzando el Conocimiento que les recomendamos siempre ver semana a semana: https://www.youtube.com/@berthaliciagalindo

Luego de este preámbulo, empiezo por señalar que esta semana ha sido intensa en el ámbito legislativo en temas de ciencia y tecnología, por lo menos en lo que a la reflexión que demanda necesidades de cambio, se refiere y que, si bien son iniciativas de temas que pueden tener origen nacional, con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos hacen más necesarias, no sólo en la discusión, sino en la acción, transformadas en leyes, contrastando con lo que lamentablemente está pasando con la ciencia en Estados Unidos.

Este lunes en el Senado de la República se llevó a cabo el foro “Transición a la Ciencia Abierta, un movimiento que promueve que las publicaciones, los datos, la metodología, y otros elementos de una investigación científica sean accesibles a la sociedad. Que se traduce en que Usted, yo y cualquier persona tenga acceso a lo que están haciendo los científicos mexicanos.

La ciencia en México ha crecido y se ha consolidado en su gran mayoría, gracias a la publicación de artículos en revistas internacionales, en inglés, que solo se pueden leer pagando una suscripción y eso tampoco garantiza que el contenido sea accesible, porque una publicación científica tiene como público a otros científicos (lenguaje especializado) no al ciudadano común, que es quien, con sus impuestos paga las investigaciones que se hacen en las universidades y centros públicos de investigación.

¿Por qué es importante hablar de acceso abierto?

Porque desde hace años la sociedad mexicana no conoce a ciencia cierta las investigaciones que se hacen en las instituciones públicas y esto, además de evidenciar una falta de inversión en proyectos de comunicación de la ciencia, pone de manifiesto que la sociedad no reconoce que existe conocimiento que pueda ayudar a resolver los problemas de escasez de agua, de contaminación atmosférica, de salud, y más problemas que aquejan, no solo a México, sino a nuestro planeta.

¿Qué se busca con la ciencia abierta?

Que el conocimiento se democratice, que sea compartido no solo con la sociedad, también entre los mismos investigadores. La pregunta que surge es ¿será esto posible?

Aquí ya vamos a entrar en las letras chiquitas porque justamente cuando se habla de investigación original lo menos que se quiere es compartir conocimientos. En algunas naciones los descubrimientos científicos de frontera que pueden tener una aplicación comercial se mantienen en secreto, porque se valora el tiempo y el dinero invertido para luego recuperarlo con regalías.

Si bien en México esto puede tener matices, lo cierto es que nuestra comunidad científica no está acostumbrada a compartir, bueno, que les digo, no se comparte ni un equipo, ni aunque esté en la misma institución. Si un científico, puede comprar un equipo de última generación con fondos públicos, privados, con un donativo es difícil que lo preste, sí, así como se escucha, no se presta, aunque sea necesario para otra investigación. Como dice el dicho: cada quien con sus canicas. Esa es una realidad.

Mientras en el Senado se habló de la imperiosa necesidad de compartir el conocimiento, de hacerlo accesible, de que no se quede guardado en una revista o en una biblioteca, de sacarlo de ese ámbito y sobre todo de aprovecharlo, existen estas prácticas de no prestar ni de colaborar y que de no ponerse como parte de una ley o legislación, donde haya sanciones a quien no lo cumpla, las cosas poco van a cambiar.

Quiero dejar en claro que es cierto que hace falta un eslabón de esta relación entre problema, conocimiento científico, solución y sociedad: no le compete solo a las investigadoras e investigadores decidir si su investigación resuelve algo, es a quienes están en el gobierno convocarlos, a los directivos de los centros o a las universidades a las que pertenecen, proponer las políticas públicas que puedan ayudar al gobierno a solucionar un problema.

En #lamañaneradelpueblo, la presidenta Claudia Sheinbaum ha hablado de diferentes grupos de trabajo que ya están atendiendo las necesidades prioritarias del país como la crisis hídrica o la suficiencia alimentaria, la pregunta es ¿Cuántos de estos grupos de trabajo tienen a científicas y científicos de los centros de investigación? ¿Cuántos científicos se sumaron a este llamado sin señalar que se afectaba la libertad de investigación?

En el pasado, escuché a científicos de centros de investigación lamentar que difícilmente podrían ser tomados en cuenta para proyectos del gobierno. Que con las prisas de los gobiernos y los moches a los funcionarios tomadores de decisión no les convenía contratar a científicas o científicos de centros de investigación porque se tardarían mucho en resolver y dar soluciones a determinados problemas como el transporte en la Ciudad de México, por poner un ejemplo, que mejor contrataban empresas, mexicanas o de otros países.

Y es que para todos es bien sabido que los ritmos de la administración pública, o los intereses del gobierno en turno no están alineados con los tiempos o las miradas de las y los científicos. Ejemplo de ello fue lo sucedió en el Tren Maya en sus inicios, cuando contaba, dentro del mismo Fonatur con un grupo científico que nunca o muy poco fue escuchado y no solo eso, fue desaparecido junto con todas sus propuestas. Y que a cinco años de iniciado el proyecto, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales reconoce daños ambientales que deben ser mitigados. ¿Por qué no podemos hacer las cosas de otra manera? Se tenían a los científicos desde ante de que se pusiera el primer riel del Tren Maya y no les hicieron caso.

En este sexenio la situación podría cambiar. Si la presidenta cumple lo que ha dicho y puesto en sus 100 puntos, en lo que se refiere a la política científica, en políticas públicas precisas en donde se tome en cuenta a la ciencia y la tecnología, México puede dar un giro de 180 grados. Un golpe de timón muy necesario en tiempos en donde la sequía amenaza con reducir la producción de granos y Donald Trump exige cumplir un acuerdo de agua compartido en ambos lados de la frontera firmado en 1944.

Si bien es cierto que las convocatorias de proyectos orientan los objetivos que se busca cumplir, falta darle a las universidades y a los centros de investigación líneas y peticiones claras y precisas para guiar las investigaciones y los problemas que se quieren solucionar: Imagínense lo que avanzaríamos en salud, educación, cambio climático, los plásticos, problemas como el de la basura y diferentes residuos, el calentamiento global, la suficiencia alimentaria entre muchos otros dejando claro lo que el gobierno y el pueblo necesita.

En el Senado quedó de manifiesto que la ciencia abierta es un cambio de paradigma. La pregunta es ¿Cómo se va a impulsar el cambio? ¿Por decreto? ¿Por una ley? ¿Por convicción?

Lo cierto es que la sociedad, que es quien financia con sus contribuciones a la Hacienda pública a los científicos, ya no puede esperar que la burocracia limite la acción.

Esperamos que tener a una mujer de ciencia en la presidencia cambie de manera radical la ecuación que ha caracterizado la relación entre ciencia, gobierno, empresa y sociedad.

Al azar…

Es interesante ver como las Universidades Privadas se fortalecen en áreas de ciencia, es el caso de la Universidad Iberoamericana quien tiene lo mismo laboratorios de neurociencias, que de nutrición, ciencia de los temblores, salud deportiva. Ya les comentaré más en próximas entregas.

Para comentarios y temas escríbanme a: blogentropia5@gmail.com

 

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